Hace un par de semanas fui invitada por parte del Palacio de Bellas Artes a hacer un recorrido y visita
a la exposición temporal Petite Maman de la artista francesa Louise Bourgeois.
Días antes me preraré lo más que pude, deseaba compartir con
los asistentes una visión lúdica y fotográfica.
Cada material de su obra significa, como la tela, los
vestidos, el metal y los huesos, demuestra un universo de abandono, traición y violencia. Un diario intenso de una arquitectura dolorosa.
La explanada del Palacio, nos recibe una gran araña de
acero con más de 10 toneladas, una
representación simbólica de su madre. Desde nuestra propia experiencia personal nos conectamos
con el estilo y el trabajo de Louise Bourgeois.
Mi interés fue que el espectador no solo se reconociera en la obra, sino que también fuera un cómplice que descubre desde la mirada su propio universo creativo.
Mi interés fue que el espectador no solo se reconociera en la obra, sino que también fuera un cómplice que descubre desde la mirada su propio universo creativo.
La experiencia se
enriquece con la memoria, lo que somos,
los lugares donde crecimos, de nuestra madre, padre y familia. Lo que
vemos y consumimos, nos va formando. Cada
uno de nosotros selecciona, clasifica y ordena su mundo de acuerdo a su personalidad. Vemos lo que queremos ver,
escuchamos lo que queremos escuchar, nuestro orden visual es también un orden
mental.
¿Cómo podemos descubrir quienes somos y qué sentimos? Cada momento de nuestra
vida es un instante de creación, lejos de imaginarnos como grandes artistas,
necesitamos crear a partir de nuestra cotidianidad. Todos
somos creativos, lúdicos e imaginativos.
A partir de materiales que proporcioné como cuadros de transparencias, lápiz y papel. Invité al visitante que me acompaño a encuadrar y escribir lo que sentía y
le llamaba la atención.
La obra de Luis Bourgeois
es descubrirse desde las
entrañas, lo que realmente somos. En este recorrido insistí mucho en escribir, en
observarse. ¿Qué es lo que seleccionas en un cuadro y para qué?
Creo en el poder de la palabra, hay que regresar a esas
notas para encontrar las respuestas de nosotros mismos.
El arte permite transmutar nuestros más perversos sentimientos, ante la pregunta ¿quién no ha pensado que su madre puede ser
una araña?, hubo pocas respuestas por parte de mis acompañantes, solo algunos
levantamos la mano.
Fue una experiencia
única y diferente de la cual aprendí mucho del trabajo de esta artista pero
sobre todo aprendí de mi.
Nos vemos hasta la próxima entrega.